¿Qué conservar?

Las variedades que hay que conservar reciben diferentes nombres, variedades tradicionales, variedades locales, e incluso (aunque no sea del todo correcto) variedades autóctonas. Al fin y al cabo hablamos de poblaciones vegetales, con características comunes, que han sido mejoradas por los agricultores, a una zona determinada, estando adaptadas perfectamente a las condiciones específicas de esta zona.

El origen de las semillas puede ser diverso, desde variedades silvestres que han sido seleccionadas y cultivadas hasta variedades foráneas, que han sido importadas, seleccionadas y también cultivadas. En cualquier caso los agricultores y las agricultoras han encontrado interesando conservarlas y lo han hecho mediante una selección demasiado positiva (normalmente). Estas variedades se han adaptado perfectamente a un entorno con alta diversidad, con alta actividad biológica al suelo, y a un sistema agrario poco dependiente de aportaciones de insumos. Nuestras variedades locales no han sido seleccionadas para competir con las especies mejoradas por la industria a los sistemas actuales tan homogeneizados.

El ámbito de actuación es tan grande como se quiera. Las especies hortícolas muestran un especial interés, aunque cualquier de los listados siguientes entra dentro de nuestro campo de trabajo:

1. Especies vegetales cultivadas:

  • Cereales
  • Leguminosas para el consumo humano y forrajeras.
  • Cultivos para industria y artesanías varias como la chufa, lo gira-solo, la remolacha o el lino.
  • Hortícolas.
  • Forrajeras y prados.
  • Especies ornamentales.
  • Frutales.

2. Especies silvestres (alimentación, medicina, bordes, etc.)

  • Forestales.